Sin Titulo


Nos hablamos en lenguajes indescifrables, ocultamos nuestros corazones debajo de la cama; esperamos a que ocurra algo que ni siquiera Dios puede lograr sin nuestra iniciativa, con los brazos cruzados, sin perder la absurda esperanza de obtener una razón por la que sonreír al finalizar el día (después de haber terminado de ver el noticiero de las siete y volver a estar hartos de oír hablar de muertos, de atentados suicidas, de tsunamis y japoneses damnificados)...
Somos criaturas fragiles, pero fingimos: usamos mascaras de hierro y nos hacemos los rudos... mientras a las espaldas de todos leemos poemitas de Becket y escuchamos canciones rosaditas, canciones con sabor a fresa, canciones...
Lanzamos palabras al vacio, desde ese lugar oscuro donde nos refugiamos, deseando que alguien (No calquiera: Alguien!) nos escuche y devuelva una repuesta.
Ceder es nuestra última opción...
¿Cuantas veces hemos sentido ser la cosa más estupida de este planeta?