Empty

Preciosa, mis sueños están rodeados de espinas y me golpean en la cara para que no me les acerque. No sabes cuanto me gustaría traerlos aquí, nena, ser algo más que este triste hombre, nena, llevar el bolsillo repleto de sonrisas azulitas...
¿Sabes?, el color del cielo me pone happy cuando olvido quien soy y te imagino aquí y le hablo al vacío como si fueses tu, igual que ahora. Igual que siempre... Soy un tipo raro pero no me lamento por eso. Prefiero ir de paseo a la luna los sábados, prefiero llevar mi corazón siempre en la mano izquierda, prefiero los días de lluvia y ese estrepitoso silencio que viene con ellos, prefiero ser quien soy en lugar de ser una replica más...

Los días caminan sobre mi espalda, el tiempo se acaba; y mira, preciosa, estos agujeros aún necesitan algo para llenarse. ¿Puedes verlos? Soy también  un tipo repleto de vacíos...


Una manía inútil

Esto de escribir es algo que no se controla: quieres decir “hola” y de repente te encuentras sentado frente a dos párrafos enormes. Todo fluye de una forma súbita y extraña, como si cada frase estuviese hecha de antemano, como si alguien más hubiese hecho todo el trabajo por nosotros y un día cualquiera, un momento cualquiera, algo las impulsara a mil kilómetros por hora hacia fuera de ese lugar extraño en donde estaban ocultas… 
Lo malo es que escribir no sirve para nada a menos que seas la reencarnación de Edgar Allan Poe o que le robes el cerebro a Vargas Llosa. Lo malo es que escribir, cuando vives en una ciudad fea y chiquita, no puede llegar a ser más que una manía inútil. Las chicas lindas prefieren a los chicos rudos, y los chicos rudos no escriben, ni leen, o eso es lo que le hacen creer a todos. Escribir no sirve como técnica de seducción, ni es un buen método para conquistar el mundo… 
Una palabra es sólo una palabra o menos que eso cuando vives rodeado de perdedores y tu eres el peor de ellos…